Overview

Fragmentos corporales, flores, percepciones, pasiones, amores, deseos, pesadillas, temores, palabras no dichas, sensaciones ocultas, frustraciones, piel y otros aspectos de una habitación que nos invita a fusionarnos con ella. 

El cuerpo como territorio, el auto lugar en una habitación llena de pensamientos y emociones contradictorias. 

Desde el lenguaje contemporáneo del arte vemos una habitación en donde, Rosalia Banet y Veronica Ruth Frías, acompañadas de Ana De Orbegoso y Silvia Levenson, abren un diálogo entre nosotros, la realidad, la finitud y el ansia de ser, utilizando una estética casi fetichista para crear agudas e inteligentes reflexiones sobre el ser humano y sus pulsiones internas.
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano. En un adulto promedio posee una superficie aproximada de 2 metros cuadrados y pesa alrededor de 5 kg. Es mediante ella que nuestro cuerpo nos revela disfunciones y malestares que nos afectan, así como también muestra nuestras emociones.
Se trata de un órgano vivo con capacidad de regenerarse, es impermeable, resistente y flexible, respira y se mantiene activo las 24 horas del día realizando cantidad de acciones fundamentales para nuestro organismo. La piel es sin duda un órgano vital para el cuerpo humano. También lo es para nuestra mente?

Parafraseando a Rosalía Banet, la piel es el punto de conexión con lo que nos rodea.

La piel y el cuerpo han sido mostrados muchas veces como símbolo de territorios conquistados, donde la violencia es un mensaje de poder que termina rompiendo los lazos de comunidad y su entorno. Cuatro mujeres nos muestran con sus propuestas comunidad y entorno a flor de piel.

Rosalía Banet, construye la habitación con flores humanas. Una vuelta a la naturaleza y su fusion con la especie humana que crea diversidad sin distinción de colores, orígenes o condición social. Un solo cuerpo, un intercambio profundo de piel con piel, un verdadero contacto intimo. El surgimiento de una flor humana preciosa, de pistilo magnífico, completa, única e indivisible en fusion con su entorno. Una flor poderosa que se muestra reconstruida, global y sin barreras: una flor piel.

Veronica Ruth Frías nos viste de un rosa autobiográfico, colectivo y performático. Su historia personal, que podría ser la nuestra, la de todos, está fusionada con la de las mujeres que la precedieron y con las que seguirán. La artista abraza con su obra los aspectos más urgentes de la vida cotidiana y aborda un empoderamiento más real. Es por ello que su obra se hace colectiva, es por ello que participan en la misma otras artistas, otras mujeres, otros seres identificados con un mundo más equitativo y justo.

En un rincón de la habitación, un closet. Ana De Orbegoso y Silvia Levenson, nos llevan al interior de un armario de empoderamiento. Estas artistas nos invitan a salir del armario empoderadas y sin limitaciones, para buscar la autenticidad y la liberación.

Ana De Orbegoso, hace uso del simbolismo para subvertir códigos sociales asociados a las mujeres inscritos en la actual cultura popular y nos sumerge en un closet lleno de afirmaciones y determinaciones de cambio. Vestimos un chaleco de poder, tomamos la batuta del cambio y lo entendemos posible.

Silvia Levenson usa el vidrio no por su belleza natural, sino por su potencial narrativo y sin duda para revelar cosas que están normalmente ocultas. El vidrio se convierte en el material ideal para mostrar la ambigüedad de las relaciones humanas y de las cosas que existen y que se esconden tras los mil pliegues de lo que llamamos realidad.

Una habitación abierta al arte contemporáneo y a la piel desnuda y honesta, sin mucho que esconder, que nos brinda la posibilidad de contemplar y participar de las obras desarrollándose; sucede ahora, es vida, es presente y hace experimentar una vivencia para descubrir no lo que ponemos encima de nuestros muebles, sino lo que escondemos cuidadosamente debajo de nuestras sabanas.

Gabriela Rosso
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